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Sacerdote chileno enfrenta condena en Estados Unidos por abuso sexual a un menor

  • Martes 13 de febrero de 2024
  • 18:06 hrs

Un cura chileno fue condenado a casi 22 años de cárcel por abusar sexualmente de un niño de 11 años en el estado de Carolina del Sur, en Estados Unidos.

Jaime Adolfo González Farías, clérigo chileno, recibió una sentencia de 22 años de cárcel por cometer abuso sexual contra un menor de 11 años en Estados Unidos.

Según informó el San Diego Union-Tribune, el sacerdote católico, de 69 años, enfrentaba la posibilidad de cadena perpetua, sin embargo, la jueza federal optó por reducir la condena a 21 años y 10 meses de prisión, sumado a la imposición de vigilancia de por vida en caso de ser liberado.

En 2020, el chileno fue destinado a prestar servicios en tres pequeñas iglesias en el estado de Carolina del Sur. Durante este periodo, entabló relación con la familia del niño de 11 años, quien lamentablemente se convirtió en su víctima.

De acuerdo con la información proporcionada por la mencionada fuente, el individuo llevó al menor de vacaciones a una playa en el estado de Florida en noviembre de 2020, momento en el que perpetró el abuso sexual en perjuicio del niño.

Adicionalmente, se informó que el individuo desempeñó funciones como tecnólogo médico en Chile antes de decidir participar en retiros espirituales y entrar en la vida sacerdotal.

El sacerdote chileno hizo su primera llegada a Estados Unidos en 2001, pero posteriormente regresó a Chile. Más tarde, en 2015, decidió regresar a territorio estadounidense, estableciéndose en iglesias del estado de Carolina del Sur.

Según la información proporcionada por el medio mencionado, el sacerdote chileno remitió una carta a la familia del niño de 11 años, quien lamentablemente fue víctima de abuso sexual por parte de este individuo. En la carta, el clérigo admitió su responsabilidad en los delitos cometidos.

"Le he fallado a Dios, a nuestra Iglesia Católica y a usted, que me abrió la puerta de su casa y dejó que su hijo pasara tiempo conmigo", es parte del texto de la carta que envió el sacerdote a la familia de la víctima.